Horizonte Educativo-Pastoral
Somos una red de comunidades y escuelas lasallistas comprometida con las diversas realizaciones del Reino de Dios transformando la sociedad por medio de una educación inspirada en la tradición lasallista que parte de la visión cristiana de las realidades, busca el desarrollo integral de la persona, construye fraternidad, promueve el diálogo fe, vida y cultura, tiene celo ardiente por educar y opta preferencialmente por los pobres.
Para lo cual, animamos la Escuela Lasallista, formamos integralmente a las personas, generamos conocimiento educativo pertinente, aprendemos en comunidad, anunciamos el evangelio y contribuimos a la consolidación de una nueva sociedad colombiana.
Tenemos como referentes de nuestro obrar el proyecto del Reino de Dios manifestado en el evangelio y el pensamiento social de la Iglesia. El devenir histórico de la reflexión educativa lasallista. El diálogo con las culturas, las religiones y las corrientes pedagógicas. El proyecto de una sociedad pacífica, justa, incluyente, democrática que promueve el desarrollo humano integral y sustentable. Y La vivencia de valores éticos, morales y políticos en todos los ámbitos de la vida de la persona y la sociedad.
Articulamos nuestra praxis por medio de la promoción de la Comunidad Educativa Lasallista, la formación permanente de todos los integrantes de la comunidad, la práctica docente reflexiva y pertinente, la Investigación e innovación educativa, la transformación del entorno social y el anuncio del evangelio en contextos educativos.
Identidad
Somos una red de comunidades y escuelas lasallistas comprometida con las diversas realizaciones del Reino de Dios transformando la sociedad por medio de una educación inspirada en la tradición lasallista que parte de la visión cristiana de las realidades, busca el desarrollo integral de la persona, construye fraternidad, promueve el diálogo fe, vida y cultura, tiene celo ardiente por educar y opta preferencialmente por los pobres.
Misión
La red de comunidades y escuelas lasallistas tiene por misión formar integralmente, generar conocimiento educativo pertinente, aprender en comunidad, anunciar el evangelio y contribuir a la consolidación de una sociedad pacífica, justa, inclusiva, democrática que promueve el desarrollo humano integral y sustentable.
Visión
En el año 2024 seremos reconocidos por: • Ser comunidades que reflexionan, recrean y oran los procesos de las instituciones educativas que animan. • Ser una red de comunidades y obras educativas comprometidas con la consolidación de una sociedad pacífica, justa, inclusiva, democrática que promueve el desarrollo humano integral y sustentable. • La opción preferencial por los pobres en especial la niñez y la juventud. • Los procesos de anuncio del evangelio en los contextos educativos. • Ser referentes de formación integral de excelencia. • La generación de conocimiento pertinente que transforma los procesos educativos y sociales.
Referentes de sentido
El proyecto del Reino de Dios manifestado en el evangelio y desarrollado en el pensamiento social de la Iglesia
El Reino está destinado a todos los hombres y mujeres. La liberación y la salvación que el Reino de Dios trae consigo alcanzan a la persona humana en todas sus dimensiones. El Reino tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza progresivamente, a medida que los hombres y mujeres aprenden a amarse, a perdonarse y a servirse mutuamente, es decir a centrar la vida en el mandamiento del amor (cf. Mt 22, 34-40).
Trabajar por el Reino quiere decir reconocer y favorecer el dinamismo divino, que está presente en la historia humana y la transforma. Construir el Reino significa trabajar por la liberación del mal en todas sus formas y se realiza fundando comunidades que lleguen a la madurez de la fe y de la caridad, mediante la apertura a los demás, con el servicio a la persona y a la sociedad, por la comprensión y estima de las instituciones humanas. La fuerza dinámica de este camino de humanidad y divinidad se da en el itinerario de conversión personal y comunitaria al proyecto de Dios, con su testimonio y su actividad.
Las comunidades educativas lasallistas son signo del Reino en la medida que acogen estos valores presentes en el evangelio y los desarrollan y actualizan en el pensamiento social de la Iglesia que pregunta por el carácter ético y moral de todas las formas de conocimiento y decisiones humanas, al igual que el diálogo entre fe, vida y cultura.
El devenir histórico de la reflexión Educativa Lasallista
Atenta a las necesidades educativas, la Pedagogía Lasallista a lo largo de más de tres siglos de historia ha contado con factores configuradores como la experiencia carismática fundacional, la expansión de la propuesta pedagógica a diferentes partes del mundo, el diálogo con los contextos donde se asentó, los debates con otras ciencias y disciplinas y el desarrollo compartido de la misión entre Hermanos y Seglares.
Este camino iniciado entre el siglo XVII y XVIII ha configurado una pedagogía en movimiento que integra el acompañamiento, la formación integral, la promoción de los talentos de las personas, el desarrollo de capacidades, autonomía y responsabilidad, así como la opción preferencial por los pobres en especial la niñez y la juventud.
El diálogo con las culturas, las religiones y las corrientes pedagógicas
El desarrollo de la Pedagogía Lasallista a lo largo de más de tres siglos de historia contó además de la experiencia carismática inicial del señor De La Salle y los primeros hermanos, con un grupo de personas que condujeron tal experiencia a diferentes partes del mundo produciendo un diálogo con otras culturas, religiones y propuestas pedagógicas. De este modo, se ha introducido una nueva serie de transformaciones en medio de la tensión memoria carismática y nuevas concepciones que permiten cuestionar, perfeccionar y atender de forma más pertinente las necesidades educativas actuales.
Para tal propósito se hace necesario entrar en constante diálogo entre experiencia y Memoria Carismática con la reflexión crítica de las propuestas, la valoración y la inclusión dinámica de postulados y prácticas, buscando siempre la coherencia dentro de la complejidad humana.
El proyecto de una sociedad pacífica, justa, incluyente, democrática que promueve el desarrollo humano integral y sustentable
Tras décadas de conflicto armado, la realidad y la historia colombiana se encuentra impregnada de dolor fruto de la violencia que ha producido muerte, segregación social, indiferencia, desplazamientos, inequidad, pobreza, etc., y que plantea el reto de construir una sociedad donde la paz sea promovida de forma positiva, comunitaria y multinivel, propiciando la generación de una cultura de paz.
En consecuencia, la construcción de una sociedad pacífica incluye la promoción del sujeto histórico como agente de los procesos individuales y comunitarios. La búsqueda de un desarrollo humano integral y sustentable. Espacios, condiciones y oportunidades para la participación democrática. El reconocimiento, valoración y enriquecimiento social de la pluralidad, la fragilidad y el conflicto humano. Y una espiritualidad integradora que dé sentido a la vida.
La vivencia de valores éticos, morales y políticos en todos los ámbitos de la vida de la persona y la sociedad
Desde los inicios de la pedagogía Lasallista los valores éticos, morales y políticos han sido centro de la formación, y hoy en día en relación con la construcción de la paz, la formación ético, moral y política está directamente vinculada con la formación de un pensamiento crítico, con el desarrollo de la autonomía, la conciencia moral, el sentido de la compasión, la incidencia en la vida pública de la sociedad, la reciprocidad, el cuidado, el reconocimiento y profundización de la interdependencia conducentes a una ética del Buen Samaritano.
Valores tradicionales de los Lasallistas
Fe
Como respuesta generosa, comprometida y creativa a Dios permite al lasallista redescubrir su camino de fe personal y comunitario para iluminarlo, de manera cada vez más clara, con la alegría y la esperanza renovada del encuentro con Cristo, que lo ubica en la filiación y fraternidad divina. Consecuencia de este encuentro surge la lectura de fe y el compromiso por las causas sociales, culturales, religiosas y políticas de nuestra misión.
Fraternidad
El reconocimiento de la dignidad de la persona nos conduce como lasallistas, desde la solidaridad, a reducir “las distancias” interpersonales y nos permite escuchar, ver, acoger, sanar y cuidar. Acciones que nos constituyen prójimos, cercanos, hermanos y hermanas. El hacernos prójimos nos hace comunidad, que permite comprendernos como un nosotros en distintos niveles, crear sinergia, configurar un proyecto común y convertirnos diariamente tanto personal como institucionalmente.
Celo/Apasionamiento:
El “Celo ardiente de instruir a los niños”, del tiempo del Fundador, nos mueve al apasionamiento por la educación especialmente de los excluidos de la sociedad, a la audacia en las propuestas educativas, a procurar la salvación de quienes nos son encomendados de todas las formas que denigran la dignidad humana y a la entrega generosa de nuestros talentos al servicio de la construcción de una sociedad del postconflicto.
Justicia
El Lasallista reconoce que la justicia conduce a la paz y proviene, en primer lugar, de Dios que llama a la vida verdadera en una convivencia humana rectamente constituida, provechosa y adecuada a la dignidad del ser humano. Por lo cual, asume el reconocimiento crítico del conflicto en las relaciones que posibilita la resolución dialógica de intereses y necesidades, el reconocimiento de las diferencias, el respeto y la garantía de los derechos y la construcción de la comunidad educativa a partir de la participación activa en su devenir histórico de todos y cada uno de sus miembros.
Servicio
La manifestación de una comunidad unida es el servicio de la solidaridad transformada en acciones de colaboración y ayuda mutua, que promueve el mejoramiento efectivo de las condiciones de poblaciones en desplazamiento, vulnerabilidad o desigualdad. Nos permite vivenciar la espiritualidad del Buen Samaritano y entregar nuestros dones y hasta nuestra propia vida a los demás.
Compromiso
Expresión constante de reflexión-acción de cuidado, atención de las necesidades, empoderamiento para generar acciones transformadoras, conducentes a la responsabilidad de dar cuenta de los procesos encomendados o asumidos, de tal modo que vivamos unos principios éticos que rijan nuestra vivencia personal y comunitaria.
Ejes Articuladores
La ética del cuidado y ecología integral
Promovemos la implementación de un acuerdo ético, social, político y ambiental, en pro de la institucionalidad, reconociendo que la vida de todos los seres vivientes es sagrada, por eso nos comprometemos juntos, como hermanos, por el cuidado de la vida y de la casa común. Este compromiso nos mueve a promover cultura de cuidado, a una conversión ecológica, a promover la justicia ecológica y climática, pasar de una racionalidad dominante tecno-científica-económica a una racionalidad ambiental en la que privilegiemos la educación ético ambiental y la ciencia participativa como oportunidades de concientización y búsqueda de soluciones a situaciones que vulneran la vida, basadas en el compromiso comunitario, la generosidad y los aprendizajes surgidos de la reciente situación de pandemia.
En este sentido, la red de escuelas y comunidades lasallistas suma su voz a la reflexión global en torno al valor de la vida, la biodiversidad, la realidad ambiental y el cambio climático, a la vez que ayuda a construir condiciones para el buen vivir de las comunidades en las cuales hace presencia.
La promoción de la Comunidad Educativa Lasallista
Uno de los rasgos de identidad de la Escuela Lasallista es el carácter comunitario que la caracteriza. Se entiende como lugar de encuentro, un mundo de relaciones, sentidos y significados, un espacio de experiencia y vivencia de valores cristianos y ambiente vital para el crecimiento integral de quienes la conforman, como lo son: estudiantes, padres, docentes, personal de apoyo y otras personas que intervienen en el proceso educativo.
En este sentido y teniendo como fundamento teológico a la Santísima Trinidad, la comunidad es entendida como una unidad diversa, desde donde la misma discierne, aprende, valora la diversidad, propone estilos de liderazgo y dialoga con la cultura, la ciencia y la tecnología y re- significa la acción de participar. Por ello, la comunidad inspirada en el “juntos y por asociación”, de los orígenes de la congregación, impulsa tanto a seglares como a consagrados a ser responsables del particular estilo cristiano, de la animación de la escuela y de la promoción de la Comunidad Educativa Lasallista en los diferentes escenarios sociales.
La formación permanente de todos los integrantes de la comunidad
La comunidad educativa lasallista no solo se ocupa de la formación de educandos sino que crea y propicia condiciones para el aprendizaje continuo de todos los miembros de la comunidad, ya que todos los actores de la misma son agentes en formación y de formación, pues es en la interacción de los sujetos donde se dan los aprendizajes y se fortalece una cultura cristiana que promueve la paz.
La formación se da no solamente a nivel personal sino comunitario. En este sentido, la escuela aprende más que enseña y en respuesta a este aprendizaje se transforma continuamente.
Práctica docente reflexiva y pertinente
Un rasgo distintivo de la tradición educativa lasallista está constituido por el establecimiento de una relación pedagógica de calidad entre profesor y estudiantes. La mirada a la práctica del docente conduce a una lectura teológica que lo constituye ministro, a una lectura laboral que lo reconoce como profesional del conocimiento y a una mirada social y cultural que lo convierte en agente de transformación.
La práctica docente en su relación interpersonal pedagógica conlleva aprendizajes significativos para la vida de cada uno de quienes en ella intervienen, el permanente ejercicio de reflexión frente a su quehacer y dar respuestas educativas pertinentes y comunitarias a las diferentes realidades donde se encuentra la escuela.Investigación e innovación educativa
En medio del avance de la sociedad del conocimiento, la Escuela Lasallista fomenta espacios de innovación e investigación pedagógica y didáctica como estrategia que vitaliza la labor educativa lasallista, promueve el aprendizaje permanente, fortalece la cultura de la evaluación y enriquece la práctica pedagógica.
La investigación y la innovación se caracterizan por su pertinencia a los contextos donde se encuentra la escuela, valorando el diálogo de saberes y promoviendo redes que permitan compartir y enriquecer los avances educativos. De igual forma, promueven nuevas fronteras para la misión, nuevos retos y desafíos ante el mundo cambiante y proponen nuevas formas de ser y hacer en la escuela.
La transformación del entorno social
La transformación del entorno parte del reconocimiento de la persona en su capacidad de agente transformador de su contexto, al igual que su responsabilidad ética y moral que lo hace co-responsable tanto del ambiente social como natural.
De este modo, la transformación en la escuela lasallista propende por la dignidad de la persona la cual crea territorios socialmente constituidos, genera proyectos de desarrollo sustentable, se constituye en ciudadano activo, promueve la solidaridad y la cooperación, y se asume en alianza con otras instituciones que aportan al mejoramiento de las capacidades, las oportunidades y las condiciones de las poblaciones especialmente las más vulnerables de la sociedad.
El anuncio del evangelio en contextos educativos
La construcción del Reino de Dios nos implica como comunidades educativas lasallistas establecer plena coherencia de saberes, valores, actitudes y comportamientos con la fe, que permita desembocar en la síntesis personal entre la vida y la fe de todos los miembros de la comunidad, entendiendo en consecuencia que el fin de la evangelización es la construcción de un mundo más humano y fraterno.
Este proceso de evangelización nos implica, como comunidad, el reconocimiento de las manifestaciones culturales, la valoración de las culturas, el diálogo entre el evangelio y las culturas, y el desarrollo de procesos pedagógicos e itinerarios de fe de las personas y comunidades. Supone, además, el diálogo entre los campos del saber y su lectura crítica a la luz del evangelio.