EL DÍA EN QUE EL ‘SÍ’ SE HIZO CAMINO

Retiro Espiritual Final del Plan Ruta 2025 — “En camino con La Salle”

(27 al 29 de noviembre, Finca San José de Guausa, Chía- Cundinamarca) 

El amanecer del 27 de noviembre marcó el inicio de una historia que llevaba meses gestándose silenciosamente en el corazón de ocho jóvenes. Tras un año de discernimiento, búsquedas internas, encuentros significativos y la valentía de escribir y presentar su carta de solicitud de admisión al postulantado, los ruteros emprendieron el camino hacia su Retiro Espiritual Final del Plan Ruta: “En camino con La Salle”, una experiencia profundamente marcada por la escucha, la fraternidad y la presencia de Dios en cada paso del itinerario.

Desde muy temprano comenzaron a llegar a la Finca San José de Guausa los participantes: tres universitarios y cinco jóvenes provenientes de las obras educativas del Distrito, entre ellos tres muchachos de Sogamoso, uno de la IED Juan Luis Londoño en Usme y un joven de la I.E. San José de La Salle de Bucaramanga, quien viajó durante doce horas junto al Hno. Ramón para poder estar a tiempo. Ese recorrido largo y silencioso parecía anticipar lo que este retiro significaría: un viaje interior que exige decisión, entrega y esperanza.

La acogida fue cálida, sencilla, fraterna, como solo una casa lasallista puede ofrecer. El Hno. Juan Felipe Mónoga Secretario de Pastoral, el Pbro. Manuel Antonio Brand y la Líder de Cultura Vocacional, Eliana Arroyave, acompañaron desde el inicio, guiando los espacios comunitarios, generando un ambiente de confianza y animando a los jóvenes a tomar consciencia de quiénes son, de lo que este proceso requiere de ellos y del valor de construir comunidad con Jesús como centro.

Un retiro lleno de voces, historias y luces

Poco a poco, el retiro tomó forma a través de un itinerario inspirado en la Regla No. 1 del Instituto: “Impresionados por el desamparo humano y espiritual de los hijos de los artesanos y de los pobres, Juan Bautista de La Salle y sus primeros Hermanos consagraron toda su vida a Dios, en respuesta a su llamada, para darles una educación humana y cristiana, y extender así la gloria de Dios en la tierra”, que habla del asombro, de la respuesta comunitaria, de la gloria de Dios y de la disponibilidad del corazón. 

Los jóvenes participaron en momentos de iluminación espiritual ofrecidos por distintos Hermanos, que desde su propia historia vocacional los motivaron a reconocer la acción de Dios en su vida, a leer su itinerario personal a la luz del Evangelio y a contemplar su futuro con fe y esperanza. Cada encuentro, cada silencio, cada palabra compartida se convertía en una chispa capaz de encender nuevamente ese deseo profundo que un día los llevó a decir: “Quiero ser Hermano de La Salle.”

A este camino se sumaron dos postulantes de segundo año: Daniel Felipe Mendivil y Yefferson Stiven Ríos Salinas, quienes animaron los espacios de oración, las celebraciones de la fe y los momentos de compartir comunitario. Su presencia cercana y testimonio sencillo fueron una motivación viva para los jóvenes que se preparan para dar el siguiente paso.

El acompañamiento espiritual del Padre Manolo

La presencia del Pbro. Manuel Antonio Brand, acompañante espiritual de los Hermanos por más de 25 años, imprimió un sello único al retiro. Sus reflexiones —creativas, directas, profundamente evangélicas— llevaron a los jóvenes a confrontarse amorosamente con su realidad, a mirar su historia, su deseo de Dios y sus resistencias.

Las eucaristías, cuidadosamente preparadas con signos y símbolos, hicieron de cada celebración un espacio de profundidad mística: luz, agua, pan, silencio, tierra, llaves, puertas… todo hablaba, todo invitaba a decidir, todo llevaba al corazón del Evangelio.

La fraternidad hecha testimonio

A lo largo de los días, 10 Hermanos del Distrito: Hno. Mauricio Maldonado, Hno. Leonardo Gómez, Hno. Sebastián Arias, Hno. Camilo Alarcón, Hno. José Edilson Espitia, Hno. Alexander González, Hno. Edisson Lee Fiquitiva, Hno. Ramón Santafé, Hno. Gregorio Contreras, Hno. Cristhian James Díaz, hicieron presencia en diversos momentos del retiro, animando talleres, acompañando momentos de desierto, compartiendo sus historias vocacionales o simplemente estando allí, como un signo visible de que la vida consagrada lasallista sigue siendo un llamado vivo, necesario y profundamente actual.

Sus palabras desafiaron a los chicos a perseverar, a encontrar en Dios su sustento y en la misión su fuerza; a mirar el mundo con sensibilidad, especialmente a los pobres, descubriendo en ellos el rostro de Jesús.

El día del “sí”: un momento para la historia

El retiro culminó con una celebración profundamente significativa. Bajo el cielo abierto de Guausa, rodeados de naturaleza y silencio, los ocho ruteros presentaron su Fórmula de Consagración al Postulantado 2026. Uno a uno, de rodillas frente al altar, entregaron su vocación a la Santísima Trinidad, firmando este compromiso en presencia de los Hermanos, el Padre Manolo, sus acompañantes y la comunidad espiritual que los ha sostenido.

Fue un momento cargado de emoción y solemnidad: ya no eran solo jóvenes en discernimiento; estaban dando un paso más hacia la vida consagrada. Aquel acto interior será visible ante toda la comunidad el 18 de enero de 2026, fecha en la cual iniciarán oficialmente su proceso de formación inicial en el postulantado.

Un camino que continúa

Este retiro no solo es un punto de llegada; es, sobre todo, un comienzo. Un llamado a seguir orando por ellos, acompañarlos con cercanía, ofrecerles palabras que sostengan y gestos que animen. La vocación no nace de un día; se construye en comunidad y se fortalece en la fe compartida.

Nos alegra y agradecemos profundamente a cada una de las obras educativas —Hermanos y Seglares— que hicieron posible la promoción y el acompañamiento de estos jóvenes. De los 27 ruteros que participaron en 2025, ocho llegaron a esta etapa final. Cada uno, haya continuado o no, hizo una apuesta valiente por su proyecto de vida y por buscar el sueño de Dios en su historia.

Una invitación que permanece abierta

A nuestros Hermanos y Seglares acompañantes vocacionales: sigamos arriesgándonos a “echar la red”, confiando en que Dios sigue llamando y que la vida religiosa tiene mucho que ofrecer a la Iglesia y al mundo.

Y a los jóvenes que lean esta crónica:

… No tengan miedo de hacer algo grande con su vida. Atrévanse a mirar más lejos, a escuchar más hondo, a responder con valentía. Ser Hermano o Hermana Guadalupana de La Salle es regalarle al mundo la posibilidad de una educación que transforme vidas… empezando por la propia.

Que este retiro sea semilla, promesa y envío.

Que Dios siga conduciendo los pasos de cada uno,

y que el espíritu de San Juan Bautista de La Salle nos mantenga siempre “juntos y por asociación”, al servicio de los más necesitados.

¡Viva Jesús en nuestros corazones: Por siempre!!!!!!!

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